Una cosa que caracteriza a Almería es tener una infinidad de rincones, escondrijos y demás lugares en los que podemos desaparecer, refugiarnos. Muchos de ellos pasan desapercibidos por la mayoría de los almerienses, por estar escondidos y fuera de paso de las grandes avenidas o calles comerciales. Cada uno de estos es especial, único, que puede transmitirnos todo tipo de sentimientos y evocarnos a infinitas historias.
Plaza Romero, situada en una calle perpendicular a Navarro Dárax, que esta misma desemboca en el Ayuntamiento. Esta pequeña plaza, íntima, esta rodeada de antiguas casas típicas de Almería. Lo más llamativo de este lugar es el olivo que la preside, completamente nudoso es su tronco, no tiene hojas.
Calle Arco, conecta con la Calle Real. Se trata de una antigua casa rehabilitada al estilo más moderno. Uno se asoma a su arco y parece una puerta otra dimensión, la conexión entre la ciudad moderna y la antigua, dos Almerías unidas por un solo punto. Asomaros...
Plaza Balmes, rincón bellísimo. Cualquier almeriense se asombra al contemplar una foto de la misma, muchos ni la reconocerían. Presidida por un edificio neoclásico, nos llama la atención el busto que en ella se encuentra. Es un homenaje a Lorca, ya que él estudió el bachillerato en esta ciudad, concretamente se alojó en esta plaza. A la derecha podremos contemplar unas ventanas con unas preciosas rejas. Es un rincón que incita a amarlo.
No hace falta irse muy lejos para vivir grandes aventuras,sentirse un descubridor de civilizaciones, o perderse entre calles románticas. En Almería solamente es necesario dejarse llevar, cerrar los ojos y que nuestros pies anden sin rumbo, que se dejen llevar por la marea de la magia de esta ciudad, seguro que a buen puerto llegarán.
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