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Cochiqueras |
Enclavado a mitad de camino entre Los Martínez y Fernán Pérez, entre unos llanos de espartales y una pequeña carretera apenas transitada, nos encontramos con la Cortijada del Higo Seco. Aparece como el esqueleto de un antiguo gigante. Al igual que los que estudian los huesos de animales prehistóricos son paleontólogos, los que que visiten el Higo Seco serán paleoetnólogos. Es un tesoro para el amante de los Campos de Níjar, como un museo de toda la comarca en ese pequeño espacio. El lugar nos obsequia con diferentes aljibes, chumberas saludando al sol, pitas tumbadas. Las paredes semiderruídas de varios cortijos nos muestra lo efímero de la vida, lo insignificantes que podemos llegar a ser. Casi cualquier cosa que busquemos la encontraremos allí. Desde cochiqueras a hornos de pan en algunas casas, hasta arcos de diafragma que separaban unas estancias de otras. Darse un paseo por el Higo Seco es perderse del mundo, estar en un lugar aislado, en el que parece que el hombre lo ha abandonado para siempre. Todo parece recuerdos del pasado, no hay presente para él.
Antes era un lugar bullicioso, donde vivían muchas familias, la mayoría de las minas de la zona, aunque también tenían sus huertos. Muerta minería, murió la comarca.
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