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lunes, 27 de diciembre de 2010

Baños de Sierra Alhamilla

Como un vigilante de la Bahía de Almería ahí aparece colgando en la sierra. Desde la época de los romanos hasta en la actualidad sus curativas aguas han servido para reponer la salud de las civilizaciones que han poblado  la comarca metropolitana de Almería.
Su palmeral exótico y misterioso, le da un toque lejano, diferente a cualquier lugar de la provincia. Perderse entre ellas o en su bosque de eucaliptos es una grata experiencia para nuestros sentidos, para nuestra imaginación. Parece que entre el palmeral nos saldrá algún comerciante de sedas o León el africano. Cuando el viento sopla por ellas, el rumor producido nos llega a confundir con el del agua.
Fue refugio de monfíes, moriscos foragidos que se escondían por la serranía y se dedicaban al bandolerismo.
Su balneario de agua a 58ºC nos cuidará la piel y la salud, su paisaje nos deleitará .

lunes, 18 de octubre de 2010

Cortijo Fischer


Durante años abandonado, olvidado por los almerienses, se erigía el cortijo Fischer entre una selva de árboles pertenecientes a un majestuoso jardín, olvidado también. Parecía quejarse ante la mirada impasiva de los almerienses, quería volver a ser recordado, a ser grande, y pudo ser.
El Cortijo Fischer fue edificado por el cónsul de Dinamarca, de mismo nombre, en el que estableció allí su residencia. Es el mejor ejemplo del modernismo almeriense. Sus jardines, también modernistas, fueron aprovechados para plantar naranjos y parrales, ya que Fischer se dedicaba a la exportación de uva. Más tarde, fue adquirido por el gobernador civil de Almería durante el franquismo. El mismísimo Franco se alojó allí las dos veces que visitó Almería.
Construido a finales del siglo XIX, este espectacular inmueble ha vuelto a nacer en el 2010,está completamente rehabilitado, sus jardines arreglados y adecuados, y el gallo de la veleta de su torreón vigila con placer la ciudad de Almería. Ahora, el cortijo está muy feliz, dispuesto a recibir a todos los almerienses que lo deseen. Fundámonos con él...

jueves, 7 de octubre de 2010

Arrecife de las Sirenas

Es el punto más suroriental de la península, el otro Finisterre. Lugar mágico que encandila los ojos del que se atreve a visitarlo. Es de origen volcánico, como toda la sierra del Cabo de Gata. Sus piedras emergiendo como cuchillos afilados y furiosos nos recuerda a Neptuno, tal vez furioso porque cada vez más maltratamos su mar. Es un lugar idóneo para ir a descansar del mundanal ruido, limpiar nuestros pulmones con brisa salina y regalar a nuestros ojos un paisaje sin igual.
Para conocer el origen de su nombre hemos de remontarnos siglos atrás, cuando los marineros que navegaban en nuestras costas escuchaban aquí "cantos de sirenas" , maravillados se acercaban y se topaban con una buena sorpresa. No existían sirenas, eran focas monje,una foca que antes vivía por casi todo el Mediterráneo, ahora prácticamente extinguida. Los últimos ejemplares en este lugar murieron en los años sesenta del Siglo XX, habría que hacer un réquiem por ellas.
Descansad, olvidad vuestros problemas, cerrad los ojos, aspirad fuerte y escuchad el murmullo del mar...

martes, 5 de octubre de 2010

Rodalquilar

Rodalquilar fue un antiguo poblado minero. Gozó de una época de doradísimo esplendor de 1880 hasta las años 60 del siglo XX. El oro, fruto de estas minas se acabó. El pueblo llegó a contar con 4.000 habitantes, 4 escuelas, numerosas tiendas de comestibles e incluso un cine. Acabado el oro, también acabó todo, las minas fueron abandonadas y el pueblo quedó casi vacío. Actualmente es un lugar tranquilo, algunas de los antiguos edificios mineros han sido rehabilitados y se está apostando por el turismo rural y de arqueología industrial como desarrollo del pueblo. El esqueleto de las instalaciones mineras permanece impasible al paso del tiempo, vigilando el valle de Rodalquilar, esperando quizás que algún atrevido minero vuelva a ellas para encontrar oro.

lunes, 4 de octubre de 2010

Cala Carnaje

Cala Carnaje es uno sitio único, un lugar en el que uno puede irse realmente a perderse, a descansar del mundanal ruido. Parece un lugar anclado en el tiempo, como si se hubiese detenido y no quisiera avanzar más. Una absoluta soledad encontraremos tanto en el camino de acceso como en la misma cala. Unos raquíticos olivos, testigos de un pobre pasado dan un toque de vida a un paraje desértico y solitario. Unas palmeras esbeltas con ansias de vida nos dan la bienvenida a un lugar singular. La cala está repleta de bolos grises, esculpidos y redondeados por la furia marina. Es una playa sin arena, todo bolos que le dan este aspecto tan especial.